martes, 16 de febrero de 2016

EL JABALÍ. TERREMOTO EN SAN SALVADOR. 1917.

HECATOMBE, CATACLISMO EN SAN SALVADOR ERUPCION DEL VOLCÁN QUEZALTEPEC En Centroamérica son frecuentes los terremotos. Excepto Honduras. Durante el trabajo misionero en el Istmo tres capitales han sufrido este fenómeno afectando el crecimiento y desarrollo de las misiones. El 15 de junio de 1917 el señor McConnell narra la catástrofe del Jabalí: “7 de Junio, 1917. 6:30pm. Vino el primer temblor fuerte. Había que agarrarse de las puertas o paredes para estar de pie. La gente corría de sus casa al centro de la calle para estar a salvo. La gente volvió a sus casas y nosotros nos dispusimos a cenar. Alegres comentábamos de la primera sacudida. Temblaba suavecito. Luego vino otro temblor que nos sacó carrera a la calle otra vez, dejando la comida servida. Pasamos toda la noche en la calle. El último temblor vino fuerte y dañó las casas. Fue seguido por otro más fuerte. Oíamos el zumbido como rugido que venía del centro de la Tierra. Como una gran tormenta enfurecida. Se oía que caían muebles, platos de cocina de china, y casas enteras se desplomaban. En la esquina dos puertas caen a nuestros pies. Eran de la casa vecina que estaba bien construida. Se vino abajo con gran estruendo enterrando muebles y todo dentro de la casa. Eran las 11 pm y no dejaba de temblar. La tierra temblaba como una gelatina. Con lo fuerte y y ondulatorio del temblor. Cada 10 o 15 minutos esperábamos otro temblor fuerte o débil. Hubo movimientos sísmicos toda la noche. Se calmaban y los intervalos eran mayores. Cada vez que llegaba un nuevo temblor la gente gritaba y repetía en voz alta rezos católicos. Clamaban a Dios. En los temblores fuertes gritaban más. Se calmó un poco. La luz eléctrica se fue en la segunda sacudida. Quedamos a oscuras. La luz de la Luna nos ayudó, a pesar de la nube que se había formado. Hubo dos incendios en dos almacenes de la ciudad. El resto de la noche y madrugada la pasamos acostados en el suelo cubierto con una sombrilla. Comenzó a caer cenizas. Algo estaba cayendo. Creímos era ceniza del incendio. Se murmuraba que el volcán de San Salvador había hecho erupción. Estábamos acostados en el Valle de Las Hamacas –Así llamaban los nativos por temblar mucho en este valle-. Con la luz del día nos dimos cuenta que las sombrillas estaban llenas de polvo y arena provenientes de la erupción del volcán Quezaltepec. Se confirmó que el volcán de San Salvador había hecho erupción. La lava afortunadamente había corrido al otro lado del volcán. Al lado de la ciudad de Quezaltepeque. Un gran rio de lava, magma bajó por la pendiente del volcán hacia el norte, hacia la ciudad de Quezaltepeque; cruzó la vía férrea en el valle y los trenes no están corriendo. A la siguiente mañana todo mundo fue a revisar su casa. Algunos la hallaron derrumbada en el suelo. Otros la hallaron muy dañada. La mayoría se desplomó. Las paredes del vecino se vinieron abajo. Nuestro techo se rompió dejando pasar el agua. Por 3 noches la gente durmió en la calle y los temblores continuaban. Las personas buscaban los parque o lugares libres para acampar con chozas improvisadas con cartones, cubiertas improvisadas. El magma corrió sin hacer daño humano. La gente se ayuda unos con otros. Los creyentes sufren también. Los creyentes de Santa María Ostuma, en el departamento de La Paz enviaron cuatro machos de carga con alimentos para ser repartidos entre los hermanos. Nadie aguantó hambre. Oramos a Dios nos tenga a salvo de esta hecatombe, por nuestra salud y provisión. Nuestras pertenencias fueron dañadas. No hay agua por tres días. El gobierno ha decretado ley marcial. Y hay emergencia nacional. Es oportuno impulsar la evangelización en estos casos y lo hemos hecho como es posible.” Esta tragedia se repitió dos años más tarde en la capital salvadoreña con mayor intensidad y desastre. La señora Gertrude Bell escribe: “Una vez más la tierra se ha sacudido bajo nuestros pies. Hemos experimentado el terremoto más fuerte en la historia de El Salvador. Más fuerte que el de 1917. Vino de noche sin aviso. La gente no tuvo tiempo de salir de sus casas antes que se desplomaran. Varios fueron enterrados por las paredes de las casas. El dato de fallecidos era de 70 y cientos de heridos seriamente. Hemos visitados casi todos los hermanos y hemos evangelizado. Los días pasan con bendiciones. El edificio de la misión ha sido dañado otra vez. Hay que repararla. El señor McConnell dice: “Nuestra vivienda arruinada. Todo en el suelo en la cocina. Todos los creyentes a salvo de la catástrofe. Terremoto sin erupción del volcán.
ose Ricardo Campos Parada Foto tomada de Oriente a Poniente, las casas de la Izq. 4ta. calle oriente fue donde estuvo el Banco Hipotecario, actualmente Biblioteca Nacional. Me gusta · Responder · 1 · 10 de febrero a las 18:31 Elisa Cleek Elisa Cleek A la derecha de la fotografía se ve las columnas dañadas del Parque Barrios; a la izquierda, la Sorbeteria y Repostería La Gran Bretaña en la planta baja del Hotel Hispanoamericano. Al fondo a la derecha, el edificio de dos plantas, el Banco Occidental de David y Benjamín Bloom.

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